Un pueblo blanco de Málaga: Casares

 

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Visitar Casares, uno de los pueblos blancos de la sierra de Málaga, es ligeramente complicado por lo sinuosa que es la carretera, pero una vez que has llegado se convierte en una estupenda experiencia.

Sus calles estrechas y empinadas, sus casas encaladas, blancas y brillantes bajo el implacable sol, me trasladan a aquellos tiempos en los que los coches eran muy escasos, el agua se llevaba a las casas por medio de cántaros,  el pan se preparaba en las casas y se llevaba al horno para cocer y tenía que durar una semana.

Estos recuerdos que acabo de nombrar se acentuaron, de forma singular, cuando, paseando por una de las calles, me llegó un olor característico, un olor que estaba guardado, muy al fondo en mi faltriquera de recuerdos: El olor a morcilla recién  elaborada. El olor llenaba la calle, una calle estrecha y con una ligera pendiente; como fue imposible sustraerme a aquel olor decidí buscar su origen. Utilizando el olfato, como guía, caminé despacio buscando el lugar donde se pudiera hacer más intenso el aroma. Tuve suerte, unos metros más adelante estaba la puerta de una pequeña carnicería; la entrada, solo protegida por una clásica cortina para puerta del tipo canutillo, hacía que el olor se filtrara con facilidad y también las voces de las personas que en el interior hablaban.

No tuve más remedio que pasar a confirmar si aquel agradable olor, que tanto me recordaba tiempos muy lejanos, ¡era morcilla recién hecha!. Después de preguntar y dar detalles a la persona que atendía al público, del porqué de mi entrada,  ella, y las otras personas que charlaban en la tienda, haciendo gala de la amabilidad andaluza, me dieron todo lujo de detalles y me permitieron sacar unas fotos de aquellas olorosas morcillas que, colgadas, esperaban su etapa de enfriamiento para ser vendidas. En la galería hay dos fotos, en las que ven las morcillas y también al dueño de la carnicería y fabricante del embutido. Si entramos a oler, también compramos, era imposible no hacerlo, compré dos preciosas y olorosas morcillas que me traje a casa. Una fue administrada para comer tal cual, la otra, cortada en tres trozos fue reservada para hacer los correspondientes potajes de garbanzos y judías verdes. ¡Una maravilla!

Con mis morcillas correctamente empaquetadas continué el recorrido por las calles de este pequeño pero importante pueblo. Subí y bajé por esas calles tan antiguas y especiales, visité la plaza donde me llevé el recuerdo del famoso notario Blas Infante, considerado el «Padre de la Patria Andaluza», hice una parada en la ermita de Nuestra Señora del Rosario del Campo en la que si hablaran sus paredes nos enteraríamos de más de una historia interesante. Por último un ligero descanso en uno de los bares de la plaza y vuelta a Manilva, lugar de partida para esta excursión.

Haga un recorrido por la galería de fotos hechas en Casares:

http://wp.me/P5taxV-rU

Espero os gusten.

 

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See,?

A white town of Malaga: Casares

 

Visiting Casares, one of the white villages of the sierra de Malaga, is slightly complicated by the winding is the road, but once you’ve reached becomes a super experience.

Its narrow and steep streets, its whitewashed, white and bright houses under the relentless Sun, I moved to those times in which the cars were very scarce, water was carried to houses through jugs, bread prepared in the houses and took the oven for baking and had to last for one week.

These memories have just been appointed were accentuated, uniquely-shaped to when, walking down a street, I got in special smell, a smell that was kept at the bottom of my bag of memories: the smell of freshly cooked sausage. The smell filled the street, a narrow street with a slight slope; as it was impossible to remove me from that smell I decided to find its origin. Using the sense of smell, as a guide, I walked slowly, looking for the place where the aroma could be more intense. I was lucky, a few meters ahead was the door of a small butcher shop; the entrance, protected only by a classical curtain for door type comb, made that smell is filtered with ease and also the voices of the people who spoke in the interior.

I had no choice but to move to confirm if that nice smell, which reminded me so much distant times, freshly made sausage was!. After ask and give details to the person attending to the public the reason for my visit, he and the other people who chatted in the store, demonstrating the Andalusian kindness, they gave me every little detail and allowed me to take some pictures of those fragrant sausages, hanging, waiting its cooling phase to be sold. In the gallery there are two pictures, see the sausages and also to the owner of the butchery and sausage manufacturer. If we go to smell, we also buy, it was impossible to do otherwise, I bought two beautiful and fragrant black pudding that I brought home. One was administrated to eat as is, the other, cut into three pieces was reserved for the corresponding stews of chick peas and green beans. A marvel!

With my properly packaged pudding, I continued the journey through the streets of this small but important town. I went and I got through those streets so old and special, I visited the place where I took the memory of the famous notary Blas Infante, considered the «Father of the Andalusian Homeland» I made a stop at the hermitage of  «Nuestra Señora del Rosario del Campo»  in which if they speak their walls we know of more than one interesting story. Finally a light break in one of the bars of the square and return to Manilva, place of departure for this excursion.

Take a tour of the Gallery of photos made in Casares:

http://wp.me/P5taxV-rU

I hope you like.

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2 comentarios en “Un pueblo blanco de Málaga: Casares

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