Todo sistema es diseñado para que cumpla una determinada función, para cuya realización lleva consigo, aunque no se perciba, la transformación de una determinada energía. Unos sistemas necesitarán más y otros menos, pero no existe un sistema que no lleve asociado, para la realización de su función, una determinada transformación de energía. Esta idea es posible no sea considerada en su verdadera dimensión; la transformación, como hemos dicho, siempre existe, la dificultad se encuentra en cómo de bien se haga la transformación

Figura 9.-Despliegue de la energía en el cierre de una puerta
Apoyémonos en el ejemplo de la figura 9, el cierre de la puerta de un automóvil. En algunos momentos es muy probable que algún lector de este artículo haya tenido que cerrar la puerta del coche, que estaba utilizando en ese momento, de manera violenta para que la puerta se encajara y, posteriormente, no entrara aire del exterior, agua o hiciera ruido. A la cadena de componentes descrita en la figura 9 es posible que se le pueda añadir algunos más, lo que sí espero es que estemos de acuerdo que todos ellos forman parte del funcionamiento del sistema puerta.
Detengámonos en el burlete, si éste tiene un perfil no adecuado influirá, de forma desfavorable, en el correcto funcionamiento de la puerta. El burlete está realizando incorrectamente su función, hay una inadecuada transformación de la energía que debe utilizar el subsistema. Si realizamos planteamientos similares con el resto de los componentes podemos llegar a la conclusión de que la fuerza de cierre de la puesta depende de la correcta realización de la función de cada uno de sus componentes o, dicho de otra manera, de la correcta transformación de energía de todos y cada uno de los subsistemas que la componen.
Si dejamos la puerta y pensamos en la realización de la función de cualquier sistema (y sus subsistemas asociados), creo que estaremos de acuerdo en que para que cada uno de ellos realice su función correctamente es necesario que ésta sea realizada con optimización de energía.
El paradigma nº 4 para la I4.0: La optimización de los sistemas, sean un producto o un proceso, pasa por satisfacer de manera óptima la función para la que el sistema fue diseñado. Debemos considerar que para todo ello tenemos que garantizar que la transformación de energía, que se realiza en el interior del sistema, se haga de manera óptima, de otra manera incurriremos en desperdicios y consumos inadecuados de energía y su coste asociado.
Nota: Artículo basado en la Ingeniería de Calidad del Dr. Taguchi.