-El gazpachuelo- Carta de Filósofo Lioso.

Querido Carmona, espero que a la recepción de esta carta te encuentres en estupendas condiciones y que podamos compartir, una vez más nuestras pequeñas inquietudes o satisfacciones. Mi carta de hoy va, precisamente, de esto último: satisfacciones, déjame que te aclare.

Siendo como somos de tierras de calor y campo seguro que en algún momento de tu juventud te pusieron en tu casa a la hora de comer un gazpachuelo, ¡Un gazpachuelo! bendita palabra y sublime sopa. Aún exagerando no podría acercarme al número de gazpachuelos que me pusieron para la comida de mediodía o noche en mis años de juventud, fuera en mi casa, en casa de mis abuelos o en las pensiones por las que pasé durante mis estudios.

El tiempo pasó y, como sabes me vine a vivir a zonas castellanas, y aquellos gazpachuelos, que aunque de tarde en tarde se hacían en casa, debido a que las costumbres, fueron cambiando, el plato fue quedando en el archivo del olvido involuntario, pero siempre guardando una posición de privilegio.

Como resumen de los párrafos anteriores podemos concretar en lo exquisito del plato y en la pérdida por mi parte de su habitual consumo. Lo interesante viene ahora, y es que después de estar unos años sin visitar con carácter turístico Málaga he tenido la oportunidad de pasar unos días de vacaciones en la ciudad. Lo primero que hice fue buscar un hotel que me facilitara el estar cerca del centro y lo segundo, una vez distribuido el equipaje , salir a deambular por la calles de Málaga, visitar sus calles típicas fuera del centro o no, y hacer paradas gastronómicas en aquellos lugares de buen recuerdo, o de los nuevos que también son experiencias interesantes.

Uno de los días mi cuñado quiso llevarnos a un pequeño y familiar restaurante cerca de la playa, en la comarca de la Axarquía, concretamente en Benajarafe. El restaurante está regentado por una familia que, cuando llegamos ya nos había preparado una mesa para los cinco que íbamos a comer. La dueña, llamada familiarmente Melli nos atendió y, después de un ratito de charla a la brisa del mar y a un agradable y soportable calor dijo unas palabras mágicas «hoy tenemos gazpachuelo». ¡Para qué más! Tardamos milésimas de segundo en decir que todos nos apuntábamos al gazpachuelo, cosa que fue unánime. La foto que sigue te puede dar información sobre el aspecto que tenía el plato, y, por lo demás, solo decirte que buenísimo.

Plato de gazpacho del restaurante Mediterraneo

Otro día de los que paseábamos por el centro de Málaga pasamos por una pequeña calle «Don Juan Díaz»; es ésta una bocacalle estrecha que sale de la calle Larios dirección a la calle la Bolsa, en ella nos encontramos de frente con el restaurante el Trillo, lugar éste de larga traición, al menos para nosotros, en el que más de una vez habíamos comido o cenado.- Conforme pasábamos se me ocurrió la idea de hacer una reserva para comer aquel día, dicho y hecho. A la hora acordada estábamos ocupando la mesa que nos habían reservado. La sorpresa fue que en la carta volvimos encontrar el famoso gazpachuelo. Sin ánimo, de comparación y sí por el interés de probar una segunda forma, encargamos dos gazpachuelo para empezar. La verdad es que el sabor y textura de este gazpachuelo estaba fenomenal. De nuevo la foto que te incluyo te puede dar una idea de lo que te hablo.

Gazpachuelo del restaurante el Trillo

No voy a caer en la tentación de comparar los dos platos que te acabo de describir, eso sí: solo decir que los dos gazpachuelos estaban estupendos, aunque , ligeramente diferentes, ambos, a los que preparaba mi abuela . En los que habían añadido unas gambas o unos langostinos, es fácil imaginar que mi abuela no contaba con esos productos para añadirlos a la sopa. Quiero entender que esos mariscos hacen más atractivo el plato, subiéndolo un nivel gastronómico. Bueno, da igual, lo importante es que los gazpachuelos estaban riquísimos.

El resultado de esta prueba y vueltas al pasado, me hizo reflexionar sobre las bondades de nuestras comidas, y caer en la cuenta que hacía mucho tiempo que no nos preparábamos un gazpachuelo. También es cierto que no hacíamos el gazpachuelo porque lo habíamos sustituidos por la sopa Viña AB. hora me dirás: llevas toda la carta hablando de un plato y ahora, de repente, sales con otro. Esto tiene, en esta caso, su explicación, te he dicho que los dos restaurantes anteriores añadían al plato unas gambas o unos langostinos, eso yo ya lo había visto hace décadas en uno de los restaurante a los que me llevaba a comer mi padre: «Casa Pedro» en la playa del Palo. A los dos nos gustaba pedir, para empezar a comer, un par de sopas Viña AB. Esta sopa es muy similar al gazpachuelo solo que se le incorpora unas gambas y unos trocitos de pescada, pero aquello tenía un feliz toque final, el que daba nombre a la sopa ; un chorrito de Viña AB, un amontillado seco, de las bodegas González Byass. Ese ligero toque del amontillado cambiaba absolutamente el plato, no me preguntes las diferencias, mejor es que lo pruebes, pero, como en el juego des siete y media: ni te quedes corto ni te pases con el Viña AB, tiene que acompañar al sabor de la sopa pero no matarlo. Supongo que es posible encontrar eta preparación en algún restaurante, la última vez que lo probamos, hace años, fue con mi familia en el restaurante Antonio Martín en la Malagueta.

La foto que te incluyo a continuación corresponde a la sopa Viña AB que nos hicimos una vez en casa. El aspecto general es el mismo, pero se pueden distinguir los trozos de patatas y pescado, el vino ya estaba incorporado.

Sopa Viña AB de Filósofo Lioso

Querido Carmona espero que estos comentarios sobre una de nuestras típica comidas te haya transportado a aquellos años en los que comerse un buen gazpachuelo no era cosa para despreciar. Tengo que reconocer que en estos años han permanecido muchos de nuestros platos de entonces, pero el gazpachuelo por su sencillez, productos básicos y su cierta dificultad para lograr que el caldo no se cortara, es un plato, para mí, de referencia. Cuídate estimado Carmona, hazte unos buenos gazpachuelos, son sanos, buenos y se acogen a nuestra economía de pensionista. Yo, por mi parte, seguiré haciéndolos y, además, disfrutando de cada chupadita que me toca dar al caramelito del día de hoy, ocupado, entre otras cosas, con tus recuerdos.

Con cariño.

Filósofo Lioso

2 comentarios en “-El gazpachuelo- Carta de Filósofo Lioso.

  1. Amigo Paco: No habia oido hablar nunca de gazpachuellos, pero si se encuentra en mi camino, seguro que lo pediré. Así podré compartir contigo los buenos alimentos , y este seguro que lo es. Las abuelas eran muy sabias, aunque no utilizaran gambas ni langostinos.
    Un abrazo Paco y a seguir dando comentarios a Carmona, y de paso a los que te seguimos.

    Me gusta

    1. Hola Carlos, gracias, una vez más, por tu comentario. La verdad es que no te tiene que extrañar que no conozca el gazpachuelo, es una sopa propia de campo, en zonas del sur y de recursos limitados donde unas patatas, unos huevos y un poco de aceite siempre estaban a mano. Para los fríos de tu tierra un poco floja de energía.
      Un fuete abrazo

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s